Crónica de José Manuel Navarro del Martes Santo
La sobremesa del Martes Santo no dejaba tener buenos presagios para los más antiguos nazarenos de Osuna pero en medio de una descomunal tormenta que estaba dispuesta a arrojar contra nuestro pueblo todo el agua y el granizo que tenía guardado, parecía que de años, la fe de los cruceros se imponía.
Un reguero de túnicas negras con ancho esparto y de capas blancas y capirotes verdes se empezaron a arremolinar en las inmediaciones de San Agustín para cumplir como mandan sus reglas un año más con su estación de penitencia. Lo que en un principio eran rostros serios y preocupados por la responsabilidad se fue contagiiando de la alegría desbordante de los muchos monaguillos que está hermandad atesora como germen de esa fe inquebrantable que todo lo puede que tiene los hermanos de la Veracruz, la espera ser acortaba.
Media hora antes de su salida la junta de gobierno se reunía en cabildo de oficiales y decidan que había llegado el momento de repartir Esperanza a manos llenas por Osuna, de nuevo la fe de los cruceros aparecía cuando su hermano mayor avisaba de la posibilidad de algo de lluvia cuando la hermandad estuviera en las inmediaciones de la Plaza Mayor, pedía tranquilidad y hacer lo de siempre no dejar solos a sus titulares, y esa fe los nazareos de San Agustín, los más antiguos nazarenos de Osuna dispersaron esa lluvia.
Se puso la cruz de guía en la calle con 5 minutos de adelanto y previsores los diputados de tramos con su diputado mayor de gobierno al mando imprimían un ritmo alto a la hermandad para llegar cuanto antes a carrera oficial.
Aunque el ritmo era alto no quita que el paso de Nuestro padre Jesús Cautivo con el buen trabajar de sus 30 costaleros, mimaran y de veras rindieran pleitesía, no como esos romanos falsarios que lo burlaron, a su señor y lo trajeran en olor de majestad hasta carrera oficial.
La hermandad adelantaba su venia algo menos de media hora lo que no quitaba para que la plaza mayor estuviera llena de gente para ver el discurrir de la hermandad por el palco de autoridades.
Sonaron las saetas y tras levantar el paso la banda del Rescate de Granada interpretaba «la Esperanza de María» para que el Cautivo abandonará carrera oficial y dejará paso al Santimo Cristo de la Veracruz, se repetía la liturgia, saeta el rezo del consiliario del consejo en el palco de autoridades y andar decidido y valiente de los 24 hombres que portaban la imagen del Señor crucificado, para que la carrera oficial pudiera llenarse de la Esperanza.
Buen hacer del equipo de capataces y la cuadrilla de costaleros para dejar atrás el siempre complicado paso por Tía Mariquita y llegar al recorrido oficial entre aplausos y al son de marchas alegres como su advocación pide, sonaron las saetas de nuevo y volvió a rezar el consiliario para que este año si la hermandad completará su paso por carrera oficial.
Ya solo quedaba el regreso a casa, que es poco, atravesando el corazón de nuestro pueblo recorriendo carrera adentrándose en Gordillos para volver a poner a prueba a capataces y costaleros por las aperturas de la revira con la calle Compañía, que se supero sin ningún problema y con todo el esplendor que los titulares cruceros merecen, para volver a desembocar a Plaza Mayor desde calle Sevilla, mención especial tiene el cariño que está hermandad demostró con las personas que viven en la residencia Virgen de Belén que los esperaban ansiosos en la puerta de su casa y a quien la hermandad acerco sus titulares hasta que no quedaba más espacio.
Volvió a sucumbir Tía Mariquita a las cuadrillas de la veracruz y la hermandad enfiló Asistente Arjona con la seguridad y tranquilidad del trabajo hecho dispuestos a llevar a sus titulares a casa para que tras las ultimas saetas, entrarán como habían salido, con la celeridad que se imprimió desde el principio la hermandad se recogió en su casa de San Agustín a las 1 y media del Martes ya convertido en Miércoles Santo.
La Fe mueve montañas reza el dicho popular, y en este caso, la Fe abrió los cielos y Osuna se inundó de Esperanza.
Fotografías por Jesús Povea
