Artículo de opinión de Carlos Bellido García, director de El Estandarte
«Es cuando sales del pueblo, cuando abres los ojos y la mente». Este dicho popular se acrecienta cuando realmente este hecho sucede y lo llevas a cabo. Vivimos en un pueblo muy bello, quizás para nosotros el más bello, somos privilegiados de tener un lugar emblemático, con unas calles palaciegas, unos museos arquitectónicamente envidiables y enclave único en el mundo, pero… ¿estamos a la altura de sus circunstancias?.
Cofrademente hablando tenemos una imaginería de primer nivel, unos enseres de una calidad exquisita, pero… ¿evolucionamos acorde a todo ello?, ¿merecen más nuestras devociones para que demos más de nosotros mismos?. Desde finales de diciembre y enero con las recogidas de alimentos no perecederos, pasando por febrero, marzo y abril con los cultos cuaresmales, continuando con mayo, junio y julio como los meses donde se engloban la mayoría de nuestras glorias. Agosto y septiembre, meses para la Patrona, octubre como inicio del curso cofrade, noviembre como mes de los difuntos y diciembre… volvemos a la rutina, pero… ¿nos conformamos año tras año con lo mismo?, ¿qué hacen nuestras Hermandades para innovar y abrir la Iglesia a las personas?, ¿qué hacemos durante el año, diferente, como para hacernos saber que estamos creciendo como instituciones y como Hermandad?, ¿Está todo inventado o realmente podemos inventar algo más?.
Sin embargo, sí se ha visto un crecimiento en nuestras Parroquias, sí se ve una afluencia notoria en el día a día de nuestras Iglesia, algo bueno estará haciendo el clero como para que los grupos parroquiales estén más activos que nunca, pero… ¿acaso no son nuestras Cofradías, en número de hermanos, las más numerosas de las Parroquias?, ¿por qué de los 400 hermanos – ejemplo – que tiene una Hermandad, solo asisten 10 ó 12 a las citas parroquiales?.
Tenemos ejemplos de Hermandades de otros lugares en los que miembros de Junta de Gobierno llaman a sus hermanos que cumplen los 18 años para felicitarles la mayoría de edad, que llaman a los mayores de sus Hermandades para darles conversación alejándolos de la soledad, que visitan a sus hermanos enfermos u hospitalizados, que invitan a una merienda con cantajuegos y payasos a los más pequeños… Tenemos ejemplos de Hermandades fuera de Osuna donde en Navidad dan una cena a los más desfavorecidos – esto también lo hace Cáritas de Osuna, junto con las Parroquias – o lugares donde los miembros de Hermandades recogen en coche a las personas que no pueden andar y las llevan a Misa, pero… ¿estamos muy saturados como para hacer eso no?. Tenemos muchas cosas que hacer, estamos cansados o «quemados» y estoy aquí porque de lo contrario «esto se quedaría solo».
Los que aun nos consideramos jóvenes, en nuestras reuniones de «personas mayores», recordamos todavía aquellas convivencias en El Calvario, aquellas carreras por las iglesias, aquellas representaciones en Corpus, Patrón o Patrona, aquellas tardes de limpieza de enseres interminables – hoy día no los puedes poner a limpiar porque «se aburren» – pero los acompañabas de unas pizzas y de un scattergories cofrade y eran unas tardes-noches envidiables…
¿Vivimos en la costumbre o en el conformismo?
Carlos Bellido García
Opinión personal
Director de El Estandarte