Crónica de un Domingo de Pasión para la historia del barrio de Fátima y de Osuna
El día amanecía como un cofrade espera y desea con ansias, que la Semana de la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo sea, con un sol radiante, el cielo totalmente azul y despejado de toda perturbación. Por la mañana, a las 13:03 horas, Eduardo Rodríguez comenzaba a pregonarle a Osuna de manera sublime, con ese arte torero que desprende a borbotones. Hoy era su día con permiso de la niña de los ojos verdes -como les llaman cariñosamente los hermanos de la Hermandad de Fátima a María Santísima de la Encarnación-.
Se avecinaba una tarde de época e histórica, pues quedará en el recuerdo de todos porque será el último Domingo de Pasión en el que la Virgen de la Encarnación procesione por las calles de Osuna. El año que viene, D.m., veremos como su palio repartirá salud por Carrera Oficial. Como decía, la tarde prometía, pues hasta nuestra estrella más reluciente no quería perderse tal acontecimiento. De manera intensa hizo acto de presencia y todos los agolpados en los aledaños de la iglesia buscaban cualquier resquicio de sombra.
Pasados nueve minutos de la hora prevista de salida, las puertas del templo se abrían y la Cruz de Guía rebasaba el dintel. La Banda Municipal de Mairena hacía sonar sus sones interpretando la marcha Salud y Vida, Encarnación mientras el paso de palio se preparaba para salir. A las 18:48 horas el himno nacional comenzaba a interpretarse y por lo tanto, la Virgen ya estaba en la calle. Allí la esperaba un gran gentío tanto de pie como sentada, pues la Hermandad tuvo a bien colocar un gran número de sillas para todas aquella personas que desearan sentarse -sabemos la gran cantidad de personas mayores que residen en el barrio-.
Con Coronación comenzaba un recorrido que duraría justo 4 horas y 46 minutos. La primera petalada se produciría en la esquina de la c/ Travesía de Fátima con c/ Cádiz sonando de fondo Pasan los Campanilleros. A medida que avanzaba la procesión, las calles comenzaban a estrecharse, el pueblo comenzaba a acercarse y a la Virgen rezarle. Otro de los lugares de interés, la llegada a la Parroquia de Consolación, se encontraba abarrotado y con las marchas Rocío y Rosario se adentraban, a las 20:20 horas, tanto en la Plaza como en la iglesia.
Alcanzábamos el ecuador de la tarde-noche y el palio de María Stma. de la Encarnación proseguía con paso firme y decidido, a base de levantás al cielo y sobre los pies; y por supuesto, nunca perdiendo el compás. Cuando el reloj marcaba las 20:40 horas, el paso se encontraba en la c/ Puerta Ronda. Se palpaba en el ambiente que algo extraordinario y bello iba a suceder. Con la interpretación de Triana una floreada manta de pétalos llovía sobre la Virgen y todos los allí presentes. Una estampa que, sin duda, es digna de ver.
Los 35 privilegiados comandados por Rafa Pino y su equipo de capataces devolvían al barrio a su «niña de los ojos verdes». Una vez dentro, el recogimiento y la sobriedad se presentaba de manera sublime a sones de La Madrugá, de tal modo que ni el cuerpo de acólitos se lo quería perder «cangrejeando» al igual que el resto del público. Es en la c/ Rufina Cuadra, más conocida como «la cuesta de los naranjos» donde llegaríamos al momento culmen de la noche sonando de fondo Mi Amargura y erizando la piel de todos los allí presentes.
A las 23:24 horas finalizaba un esplendoroso y superlativo Domingo de Pasión que, a buen recaudo, quedará para la eternidad.
