Las Hermandades de Jesús Nazareno y la de los Dolores se han quedado sin realizar su estación de penitencia debido a las inclemencias meteorológicas
Tampoco ha podido ser. La inmisericorde lluvia que lleva azotando a Osuna durante toda la Semana Santa no ha hecho tampoco distingos hoy, Viernes Santo, privándonos de poder ver a Nuestro Padre Jesús Nazareno y a la Virgen de los Dolores por las calles de Osuna en este 2024.
Tras un aciago Jueves Santo en el que tanto las hermandades de Nuestro Padre Jesús Caído y Humildad se vieron obligadas a no salir, llegaba el turno de la madrugada del Viernes Santo con las dos Imágenes más veneradas de nuestra villa. Ya desde ayer los partes meteorológicos daban poca cabida al optimismo, anunciando unas precipitaciones aún más abundantes que en la jornada precedente. Tristemente esos malos augurios se han tornado reales en el día de hoy. No ha cabido otra opción para las hermandades de la Victoria que quedarse en casa.
A las 6 de la mañana, hora en la que Jesús Nazareno debía poner su cruz de guía en el dintel de la Victoria, se pedía una tregua de una hora para agotar todas las posibilidades de una posible mejoría del tiempo que finalmente no ha llegado. Pasadas las 7 de la mañana los hermanos mayores de ambas hermandades comunicaban lo que se venía anunciando: Osuna se quedaba sin su jornada más esperada. Tantas y tantas plegarias y tantos y tantos recuerdos, como el del histórico capataz de Jesús, Rafael Elías o el del antiguo hermano mayor Antonio Guillén, recientemente fallecidos, quedaban automáticamente postergados hasta dentro de un año por mor de la lluvia.
Una vez comunicada tan dolorosa determinación, se procedió conjuntamente al rezo de las cinco llagas, de la corona dolorosa y la veneración al Santísimo en una estampa sobrecogedora con los cortejos de ambas hermandades. Una vez comunicada la decisión, la Virgen de los Dolores, que presidía la nave central de la Victoria, pasaba a su capilla en una breve chicotá llevada a cabo en un respetuoso silencio. Tras ello, entre las inevitables lágrimas de muchos de los presentes, emergía la voz de Evaristo Cuevas, quien entonaba una emotiva saeta ante Nuestro Padre Jesús Nazareno en su capilla para momentos posteriores hacer lo propio ante Nuestra Madre y Señora de los Dolores. Las puertas de la Parroquia de la Victoria a continuación quedaron abiertas para veneración de los fieles.
Aunque poco consuelo cabe para los cofrades que sistemáticamente están viendo truncados sus anhelos de acompañar a sus titulares, dicen que la mayor penitencia es la que no se hace. Hoy, día en el que en el Triduo Pascual veneraremos a la Cruz del Señor, no cabe otra que afrontar con abnegación estos tristes momentos y abrazar nuestras particulares cruces con la esperanza puesta en la tarde de este Viernes Santo en la que las hermandades de la Quinta Angustia y la Pax puedan servir de bálsamo a la Osuna cofradiera. Aguardaremos con esperanza.
Fernando Jaime Pachón Cano