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Evangelio y Reflexión del Miércoles de Ceniza, por Don Raúl Moreno Enríquez

02/03/2022
Por: Carlos Bellido García
El párroco de La Victoria de Osuna nos hará durante esta Cuaresma un recorrido virtual sobre las lecturas y Evangelios de los días señalados para que lleguemos reconvertidos y mejorados a una esperada Semana Santa 2022
Primera lectura: Lectura de la profecía de Joel 2, 12-18

Ahora —oráculo del Señor—,
convertíos a mí de todo corazón,
con ayunos, llantos y lamentos;
rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos,
y convertíos al Señor vuestro Dios,
un Dios compasivo y misericordioso,
lento a la cólera y rico en amor,
que se arrepiente del castigo.
¡Quién sabe si cambiará y se arrepentirá
dejando tras de sí la bendición,
ofrenda y libación
para el Señor, vuestro Dios!
Tocad la trompeta en Sion,
proclamad un ayuno santo,
convocad a la asamblea,
reunid a la gente,
santificad a la comunidad,
llamad a los ancianos;
congregad a los muchachos
y a los niños de pecho;
salga el esposo de la alcoba
y la esposa del tálamo.
Entre el atrio y el altar
lloren los sacerdotes,
servidores del Señor,
y digan:
«Ten compasión de tu pueblo, Señor;
no entregues tu heredad al oprobio
ni a las burlas de los pueblos».
¿Por qué van a decir las gentes:
«Dónde está su Dios»?
Entonces se encendió
el celo de Dios por su tierra
y perdonó a su pueblo.

Salmo de hoy: Sal 50, 3-4. 5-6ab. 12-13. 14 y 17 R/. Misericordia, Señor, hemos pecado

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad en tu presencia. R/.

Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R/.

Segunda lectura: Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 20 – 6, 2

Hermanos:
Actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él.
Y como cooperadores suyos, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios. Pues dice:
«En el tiempo favorable te escuché,
en el día de la salvación te ayudé».
Pues mirad: ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación.

Evangelio del día: Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 1-6. 16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial.
Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».

REFLEXIÓN

Comenzamos un año más este itinerario de conversión y como ya estamos viendo es un tiempo nuevo con distintas circunstancias que nos acondicionan y nos preparan para vivir aguardando con fuerza la Pascua que debe resucitar nuestras vidas y por ende, nuestro mundo.

Mientras nos afanamos por querer tener y poseer, apelando para ello a las realidades más instintivas del ser humano, los cristianos debemos hacer un contrarresto con todas nuestras fuerzas para, no paliar, sino extirpar este mal que vive a sus anchas por los intramuros de nuestra sociedad. Para ello llega nuestra etapa de cambio total de nuestras vidas: la cuaresma.

Miramos a una figura que pasa desapercibido dentro de las estructuras de la Sagrada Escritura: Enoc. Es este un personaje que aparece en el primero de los libros (cf. Gn 5, 21-24) que apunta a lo que Dios pretende con nuestras vidas. Para ello, el pensar que nosotros no podemos alcanzar ni un poco de alivio de Dios sería algo que no va con las intenciones del trascendente. Por tanto, es necesario que nosotros busquemos el favor del Señor para que nuestras vidas puedan ser acogidas como fue transportado nuestro personaje Enoc. Solo basta con saber que, por su vida piadosa y justa, Dios lo porta consigo para que viva en el lugar pertinente para ello. Hace de esto una perspectiva de Esperanza para los que no intentan nada o no pretenden más que vivir un poco mejor por no tener claro ciertas realidades que no conocen. De ahí que nuestra cuaresma es un tiempo para recapacitar y volver a lo que nos concierne como seres que penden de la verdadera vid, reino por el cual nos hace aclarar lo que buscamos en nuestras vidas: el cielo.

¡Cómo nos gustaría ser impecables! No cometer pecados, no ir en contra de nuestra conciencia cristiana. Pero sabemos que no es así. Tiene razón Jesús y nuestra experiencia lo confirma: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. A las puertas de la cuaresma, el profeta Joel, en la primera lectura, nos recuerda nuestra condición de pecadores. Pero, al mismo tiempo, nos da una gran alegría. Nos presenta a un Dios continuamente perdonador, que siempre está dispuesto a perdonar nuestras faltas. Para eso solo tenemos que acudir a él, no con nuestras vestiduras rasgadas, sino con nuestros corazones rasgados, arrepentidos y doloridos, sabiendo que nos regalará su perdón: “porque nuestro Dios es compasivo y misericordioso”.

Nuestro Dios no se conformó con hablarnos del pecado y de su perdón a través de sus profetas en el Antiguo Testamento, llegada la plenitud de los tiempos, nos envió a su propio hijo Jesús a reparar nuestros pecados. Vino con la mano levantada para ofrecernos siempre, hasta setenta veces siete, su perdón movido por el gran amor que nos tiene. “Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia”, sobreabundó el perdón y el amor.

Acudamos para nuestra ayuda a la que es saludable por su vida como ejemplo para la nuestra: la Santísima Virgen María, como Divina Enfermera de nuestras enfermedades provocadas por nuestra desazón ante el buen funcionamiento de la vida.

NOS PREGUNTAMOS:

¿Tengo que cambiar algo de mi vida para que esta sea un reflujo de felicidad? ¿qué me ayuda a ver lo que Dios quiere para mi vida? ¿hacia dónde va mi cuaresma de este año?

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