Crónica de la tarde-noche del Viernes Santo por Manu Rangel. Fotografías de Jesús Povea
Son los detalles los que marcan la diferencia. Son las diferencias las que esbozan la identidad. Es la identidad la que nos hace únicos. Así quiero comenzar a hablar de una de las noches más hermosas que nos ha regalado la Semana Santa de Osuna.
Con la caída de la tarde, desde la Iglesia de la Victoria, la hermandad de la quinta Angustia se disponía a iniciar su Estación de Penitencia. Pudo el pueblo de Osuna disfrutar de la magnífica restauración de Nuestra Madre y Señora en su Quinta Angustia, enmarcada en el recogimiento y la elegancia de su cortejo. La Capilla Musical Pasión y la Coral Sacra Hispalense acompañaron a la Imagen de la Madre cuyas notas se abrazaban a las voces de los capaces, Jesús Galván y César Mata. Su paso por Hornillos y Gordillo fue en sí mismo un auténtico viaje en el tiempo, que consiguió transportar a todos los presentes a esa religiosidad tradicional, a esa espiritualidad tan ansiada y necesaria.
Sólo unos minutos después, la Cruz de Guía de la Hermandad de la Paz atravesaba las puertas de Consolación. Toda la plaza era una muchedumbre de gente esperando con ilusión la salida de esta corporación que tanto y tan bien ha crecido a lo largo del tiempo. El imponente paso del Santísimo Cristo de la Paz cruzó el dintel de su hogar para repartir por nuestras calles lo que tanto precisa el mundo de su advocación. Los últimos rayos de Sol revivían al reflejarse en el dorado de su canastilla delantera, símbolo del trabajo incansable y dedicación de sus hermanos. Los costaleros, impecablemente dirigidos por Silverio Ortiz, caminaron bajo el paso del Señor acompañados por la Banda de CCTT Ntra. Sra. de Gracia de Carmona.
Tras el Santísimo Cristo, la voz del capataz y pregonero Eduardo Rodríguez, precedía a la Imagen de María Santísima del Mayor Dolor, hermosísima en Su llanto, siempre dulce en Su mirada, abrazando la devoción de un barrio que la esperaba anhelante. Nuestra querida Banda de Música Villa de Osuna fue la encargada de interpretar las marchas que acompañaron a la Virgen en Su caminar doloroso por las calles de nuestro pueblo.
Un año más, y siempre mejor, la Semana Santa de Osuna ha encontrado uno de sus puntos álgidos en el ocaso del Viernes Santo. Una noche que siempre crece en forma, al tiempo que mantiene su fondo. Un auténtico poema ursaonés donde la Paz del Hijo y el Dolor y la Angustia de la Madre se funden para anunciar el principio del fin del calvario salvador.
Manuel Jesús Rangel Torrejón.
